Al igual que las navidades, la película anual de Woody Allen ya es tradición. A Roma Con Amor tiene además el incentivo de ver en qué forma se encuentra uno de los genios vivos del siglo XX.
El trabajo rodado íntegramente en Roma,
continúa con su romance europeo; saga para unos, obsesión para otros,
buen pellizco económico en la opinión de quien os escribe.
El largometraje se teje a modo de mini-historias ocurridas en la ciudad eterna
(un abecedario básico para cualquier guionista primerizo), que a
priori, tienen como nexo de unión las relaciones humanas, el amor.
En lineas generales los minutos pasa
sin llegar a engancharnos en ningún momento. En el mosaico tenemos
momentos surrealistas y críticos con la historieta protagonizada por Roberto Benigni; las facilonas y previsibles escenas de Penélope Cruz y Alessandro Tiberi, la trigésima reinterpretación de si mismo protagonizada por el propio Allen junto a los repetitivos, incluso cargantes gags en compañía de Judy Davis y Alison Pil.
La presencia fresca y fantasmal de Alec Baldwin, aporta más de una sonrisa ante las escenas con un tufillo evidente a Todo lo Demás (2003).
Nada nuevo en el horizonte. La gracieta
de tener que hacer una película cada año es admirable no hay duda, pero,
¿a qué precio?. El rumor cada vez más extendido de que Allen ya no
tiene nada que ver en la dirección de sus películas, cobra peso con
cosas como A Roma Con Amor o Vicky, Cristina, Barcelona (2008), sin lugar a dudas, de los peores trabajos en toda su carrera. Delicias como Medianoche en Paris (2011) o Si La Cosa Funciona (2009) parecen excepciones de origen azaroso en estos últimos años.
El crítico Manuel Díaz Noda, nos habla sobre el film:
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